miércoles, noviembre 28, 2007

La competitividad y otros factores

Recientes estudios plantean la importancia creciente de ciertos factores institucionales que afectan directamente el nivel de competitividad de las empresas o la región. La influencia de la cultura, las políticas públicas, la gobernabilidad, las normas y los aspectos psicosociales que frenan o aceleran los procesos de cambio, resultan más importantes de lo que usualmente se piensa.

Podrán construirse vías, ferrocarriles, aeropuertos, redes de comunicación, orientarse los recursos suficientes para mejorar el contexto y la imagen territorial, pero si no existe la red social proactiva que dinamice aptitudes, actitudes e induzca procesos de cambio tecnológico y transformación productiva, la región puede mantenerse en ese período inmóvil y conformista que cierra las puertas a la competitividad. Las políticas públicas deberán enfatizar mucho más en la generación de procesos de cambio social, seleccionando funcionarios bien intencionados, involucrando al sistema educativo, fortalecimiento las redes sociales, apropiando recursos para el cambio empresarial y formación en valores, estimulando actitudes emprendedoras y premiando los esfuerzos de quienes, sin contar con muchos recursos, son capaces de romper la barrera de la incompetencia.

El asunto va mucho más allá, hay aspectos que limitan y frenan las aptitudes y actitudes de los más avezados, paralizando posibilidades y cerrando oportunidades. Las instituciones públicas o privadas no son precisamente las ineficientes, pueden ser sus funcionarios, que con su proceder equivocado son factores de atraso regional. Los funcionarios que sufren de envidia y celos institucionales, los que cobijan su incompetencia con la intriga y la patraña, están siempre atentos a paralizar cualquier proceso o proyecto de devele su incompetencia ante la sociedad. Igualmente, esta anomalía social también puede enquistarse en las empresas privadas y en todo tipo de organizaciones. Ante esto, es difícil administrar procesos de cambio endógeno, pues en la gloria del individualismo improductivo, los terceros, los que llegan de afuera, logran mejores resultados y encuentran un terreno abonado en donde las prioridades sociales y económicas de la sociedad regional quedan en un segundo plano. Estos problemas se agudizan cuando los sistemas de control social no funcionan o se contaminan con esta virosis social; los medios de comunicación, los jueces, los fiscales, veedores o interventores que conviven abiertamente en esquemas que acomodan para servir a sus propios intereses o a los de terceros.

El llamado es a las instituciones para que trabajen articuladamente para generar un proceso estratégico de cambio social, que involucre al núcleo familiar, la escuela, las universidades, al sistema educativo e institucional en general. El objetivo es cambiar la forma de pensar, cambiar la actitud frente al cambio, aprender a trabajar en equipo, recobrar valores como la solidaridad, la perseverancia, la honestidad y la tolerancia. Estos aspectos son claves en una estrategia de desarrollo regional y muchas veces son desestimados por las escuelas de administración y economía. Si hacemos un recuento histórico en la región, podríamos encontrar que el futuro de la región, sin desestimar otros factores, podría depender de la superación de estas dificultades institucionales.

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