viernes, agosto 13, 2010

DEFENSA DE LAS REGALIAS


Existen muchas razones para que los habitantes de la región estemos realmente preocupados. Las regalías son la contraprestación económica que recibimos por la explotación de un recurso natural no renovable, cuya producción se extingue con el transcurso del tiempo y se constituyen un beneficio económico importante para las entidades territoriales. Bien manejadas, en esencia es una forma de mitigar los efectos económicos, ambientales y en el caso de la Orinoquía, una oportunidad para cerrar la brecha frente a la poca inversión nacional en la región.

Existen razones históricas para que unidos gobernantes, corporaciones públicas, academia y sociedad civil se unan en una causa regional que permita defender lo que de sobra nos merecemos.

Se han expuesto razones técnicas que en materia macroeconómica tienen cierta validez, pero no dejan de ser un sofisma de distracción. Bajo un lente centralista las finanzas del Estado se han manejado como un todo, sin importar quién gasta y quién recibe. El país lleva acumulando un déficit fiscal por años, ha gastado más de lo que recibe y se ha endeudado para poder seguir gastando. Ese déficit tiene origen en las decisiones del Gobierno central y no en las entidades territoriales, que desde la crisis a finales de los noventa han tenido que lidiar con normas que restringen los gastos.

También se argumenta que esos recursos van en su mayoría a las regiones, lo que no es cierto. El porcentaje de regalías según la Ley 141 de 1994 era de 20 por ciento, y con la Ley 756 de 2002, se llega del 8 al 25 por ciento. Las entidades territoriales solo reciben una pequeña porción del 'ponqué' petrolero. Esto sin tener en cuenta los arañazos que han sufrido, para el Fondo Nacional de Regalías (regalías para entidades no productoras), para el Fondo de Ahorro y Estabilización Petrolera (FAEP), para manejar las pensiones de Ecopetrol S.A, para el Fondo Nacional de Pensiones de las Entidades Territoriales (Fonpet), para manejar las pensiones de los entes territoriales y del magisterio y para el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC).

Ahora el argumento es que la bonanza va a significar mucha plata y que nos la vamos a gastar mal y por eso hay que ahorrarla, repartirla y además financiar el gasto que tradicionalmente es del Gobierno central. No seamos ingenuos.

Con plata de todos los colombianos se construyeron las principales vías y aeropuertos del país, se construyó el Metro de Medellín, el TransMilenio de Bogotá, se hicieron otras grandes obras que no nos beneficiaron, generando históricamente grandes inequidades regionales. Ahora que tenemos la oportunidad para dar un salto importante en materia de bienestar y desarrollo para la región, nos tratan como niños y dicen que no tenemos peso político.
¿Será que realmente significamos tan poco, como dice el Presidente del Senado? Que se rectifique Benedetti y que no vuelva a buscar votos llaneros.

Manuel Javier Fierro
Magíster en Desarrollo Local y Regional

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