jueves, mayo 04, 2006

Los mercados rurales de la Orinoquia

Manuel Javier Fierro Patiño. MVZ. Esp. Gestión y Planificación del Desarrollo Urbano-Regional.

El actual modelo de crecimiento con énfasis en las exportaciones expone las condiciones por las cuales las zonas rurales pueden articularse al mercado mundial. Plantea la necesidad de “empresarizar” el campo, hacer mucho más eficiente la producción con una disminución de los costos a través de un manejo gerencial, excelente información para la toma de decisiones y aplicación de nuevas tecnologías. Sin embargo, las políticas dirigidas a fomentar la incorporación de zonas de frontera agrícola y económica pueden tener algunos tropiezos en contextos complejos como nuestra región. En cuanto al sector agrícola, la política gubernamental se dirige a promover altas inversiones en cultivos de carácter comercial, especialmente perennes como el caucho, palma o algunos frutales que han mostrado a juicio de los expertos, ciertas ventajas para Colombia. Igualmente, es determinante incorporar grandes áreas para lograr un volumen de producción significativo para responder la demanda mundial. El asunto en el cual he insistido en esta columna, es estudiar seriamente la viabilidad del modelo en nuestra región. La región es un territorio mediterráneo y para llegar a los puertos es necesario atravesar dos o tres cordilleras, o habilitar el río Meta para llegar al Atlántico. Los datos sobre los cuales se calculan los costos y beneficios son improvisados y se basan en cifras globales sin especificar posibles diferencias regionales. La inversión en infraestructura para disminuir los costos de transporte en regiones apartadas como la nuestra no está garantizada y su ejecución depende de esquemas poco convenientes y costosos como las concesiones. Convertir nuestra región en una región exportadora no es imposible pero debe obedecer a una política diferenciada del nivel nacional y a la confluencia proactiva de todos los actores regionales. Nuestra región no tiene tradición exportadora, la capacidad empresarial y gerencial en el campo es limitada, las cadenas productivas deben lidiar con el conflicto armado y los cultivos ilícitos, que cambian las condiciones del mercado en extremo. Además la búsqueda de altos volúmenes de producción favorece la concentración de tierra y el beneficio de los grandes capitales, olvidando a los pequeños productores que conocen poco del modelo y tienen enormes dificultades para hacer una reconversión por iniciativa propia. El modelo termina beneficiando a los grandes empresarios, agudizando mucho más la desigualdad en el campo. Los campesinos tendrían únicamente la oportunidad de participar con mano de obra barata en los grandes cultivos comerciales, vender sus fincas y desplazarse a las zonas urbanas. Existe la posibilidad de otro escenario, pero depende de la capacidad de la región para proponer un nuevo marco de política y unas acciones coordinadas que busquen generar mayor productividad y competitividad, pero sin olvidar el problema de la tenencia de la tierra, el conflicto rural y viabilizando alternativas productivas para los pequeños productores. Competir en un mercado global requiere aprovechar sosteniblemente nuestras ventajas en biodiversidad y recurso naturales, hacer realidad la agenda de ciencia y tecnología y orientar la acción de las entidades hacia los pequeños productores, promoviendo la asociatividad, tecnologías simples y el financiamiento barato. Se deben hacer estudios serios con datos de la región, que ayuden a disminuir la incertidumbre para tomar las decisiones acertadas dirigidas a ser realmente competitivos y determinar el mercado objetivo.

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