martes, septiembre 05, 2006

De la retórica a la competitividad territorial

“Los cambios en el entorno se aceleran y los valores y paradigmas que ayer fueron válidos, hoy ya no lo son”- Con esta frase terminó la exposición del Ingeniero Jorge Jaramillo, Director de gestión tecnológica de la Universidad de Antioquia, en el pasado Foro Universidad – Empresa – Estado, realizado el 30 de agosto, en la Cámara de Comercio y Unillanos. La experiencia de los antioqueños recalca en algunos aspectos.

Definitivamente, el proceso de integración entre la universidad y el sector productivo no es posible si no se asume un cambio de actitud, al reconocer la necesidad de trabajar unificadamente. Pero ante todo, el foro mostró algo sin precedentes. La capacidad de una sociedad para seguir responsablemente una orientación estratégica de largo plazo, materializada en un proceso de planeación serio y participativo. Parte de esto es la convicción colectiva para saber elegir gobernantes con capacidad y compromiso frente al futuro del departamento y el país. Sin buenos gobiernos es prácticamente imposible poder materializar una alianza efectiva para la competitividad territorial. La experiencia antioqueña así lo demuestra.

El proceso de integración comenzó como una iniciativa de las universidades en cabeza de la Universidad de Antioquia. Los empresarios fueron sumándose al proceso y finalmente la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, quienes habían trazado el norte estratégico, convirtieron el discurso en hechos contundentes. Reconocer a la universidad como socio estratégico es primordial para avanzar en la concreción de las metas propuestas. Los estudios que soportan los planes fueron apoyados y acompañados por universidades. El conocimiento pertinente fue el factor que permitió dar resultados en el corto plazo. Los hechos hablan por sí solos. Una nueva concepción de emprenderismo social genera equidad con formulas criollas ajustadas a las características sociales y económicas del territorio

Otro aspecto interesante es el aporte que puede hacer la economía informal al desarrollo local. Miles de incipientes empresarios pueden dar un salto cualitativo con programas de formación empresarial desde los mismos barrios y comunas. Las comunas de Medellín fueron asignadas a diferentes universidades y con el apoyo de la Alcaldía se lograron canalizar 11.745 microcréditos por 26.370 millones y mejorar la calidad de vida de 9.566 familias en un período de 3 años. No de otra manera podría ser posible la pacificación del sector nororiental de la ciudad. Otro frente que se está programando, se encargará de la generar oportunidades para los jóvenes bachilleres y profesionales, lo cual se piensa realizar con empresas padrino y universidades, que conformarán unidades de emprendimiento que prepararán 250 jóvenes cada una, para completar una meta de 5.000 jóvenes. Guardadas las proporciones, la experiencia antioqueña puede ser útil como ejemplo de trabajo imaginativo y mancomunado.

Ojala los planes de desarrollo de nuestros gobernantes cambien el discurso trajinado y generen propuestas creativas para solucionar nuestros problemas. Los funcionarios son responsables por sus actos y deben ser evaluados según metas medibles y cuantificables.

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