jueves, abril 19, 2007

Por la dignidad del Meta

Siempre que los grupos violentos y su maquiavélica irrupción parecen desbordar la capacidad del Estado, se llama afanosamente al respaldo de las instituciones democráticas. Mantener el orden busca garantizar derechos fundamentales de los ciudadanos frente al embate de los grupos al margen de la ley. El uso legítimo de la fuerza es una facultad del Estado y supuestamente una garantía para la tranquilidad para la sociedad. Un temor insólito nos pone los pelos de punta cuando se descubre que los cuerpos de seguridad del Estado comparten planes y procedimientos con grupos al margen de Ley. De inmediato la percepción de orden es cambiada por intranquilidad e incredulidad en las instituciones legítimas. Conjurar una crisis de este tamaño requiere sacudir las estructuras y tomar medidas de fondo. No puede ser posible que una minoría pueda echar por la borda el proyecto colectivo de una Nación prospera y en paz.

Los resultados que han arrojado las últimas investigaciones de la fiscalía y la Corte Suprema de Justicia muestran un panorama desalentador para la democracia. La democracia está herida al comprobarse la injerencia directa de los violentos en los procesos electorales. Quizás está verdad ha estado oculta por años y por fortuna se convierte ahora en un antecedente no deseable, pero necesario para poder afrontar el problema de manera definitiva. Se requiere mayor compromiso ciudadano y total respaldo a la justicia. La verdad aunque dura debe ser develada y es necesario estar preparado para conocer cosas peores.

Los acontecimientos llaman con urgencia una reforma política que permita conocer de fondo las intenciones de los partidos y los candidatos, mayor transparencia del proceso democrático y la manifestación libre del poder popular. La malévola combinación entre violencia, corrupción, clientelismo, narcotráfico y política marca un hito en la historia colombiana. Por el bien de la patria, los parlamentarios que no estén comprometidos en alianzas criminales deben mostrar su temple, asumir una posición de defensa abierta de las instituciones o simplemente dejar su puesto. El voto libre, el referendo y la asamblea constituyente son instrumentos que pueden activarse como forma de lucha frente a los problemas revelados. La ilusión de patria y confianza que inspira el ejecutivo debe ser prenda para conocer la verdad. El presidente goza del favor de los ciudadanos y ahora debe demostrar que siempre ha trabajado del lado del pueblo.

La región sufre de primera mano las secuelas de está problemática. El proceso electoral que se avecina requiere de unas reglas adicionales. Un gran compromiso de los partidos y candidatos. Unas normas más estrictas que filtren malas intenciones, eviten dineros calientes y condenen con fuerza a candidatos corruptos o inhabilitados. Debería apoyarse la iniciativa que busca un pacto ciudadano por la dignidad del departamento y un mayor compromiso de los electores para elegir a personas honestas y capaces. Señor Alcalde, señor Gobernador, señores de los medios, ustedes son garantes de la democracia. Recobrar la confianza en las instituciones es un propósito nacional.

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